Esta semana ví la película Robot Salvaje (The Wild Robot) y no pude evitar ver en una poderosa metáfora de nuestra vida laboral. Roz, la robot protagonista de esta historia animada, fue creada para cumplir tareas específicas, con una programación determinada que define su propósito. ¿Les suena familiar?
Nosotros, como contadores, muchas veces funcionamos con una lógica similar: nos “programaron” para rendir, cumplir normas, llegar a tiempo con los vencimientos, ser exactos, eficientes, resolutivos. Desde que iniciamos la carrera, se nos asigna —de forma explícita o implícita— una tarea: presentar balances, liquidar impuestos y sueldos, controlar, auditar. Todo eso está bien, es parte de nuestra función. Pero, ¿Qué ocurre cuando sentimos que esa “programación” ya no nos alcanza o incluso que quedará obsoleta ante la posibilidad de que nuestras tareas sean “simplificadas”?.
En la película, Roz cae en una isla salvaje donde su entorno le exige adaptarse. Ya no alcanza con ser un robot que sigue órdenes. Tiene que aprender nuevas habilidades. Tiene que reprogramarse.
Y acá es donde aparece el paralelismo más potente: ¿Cuántas veces seguimos trabajando desde la misma rutina mental, sin cuestionarnos si esa modalidad es la mejor forma de hacer las cosas hoy? ¿Cuántos contadores vivimos el día a día en piloto automático, olvidando que también podemos evolucionar?
La historia de Roz no es solo sobre supervivencia; es sobre transformación. No cambia su esencia: sigue siendo un robot. Pero aprende a decidir más allá de su programación original. No porque la hayan “actualizado”, sino porque ella misma se permitió repensar su propósito.
Ese es el mayor aprendizaje para nosotros como profesionales. Podemos tener una tarea asignada, pero no somos esclavos de un único guion. Podemos cuestionar, redefinir, ampliar nuestra función. Y lo más importante: podemos encontrar nuevas formas y nuevos ámbitos de trabajo.
Esto se traduce en una capacidad concreta: reprogramarnos conscientemente. Redefinir creencias sobre como y cuales son las tareas que debo realizar. Salir del automatismo. Diseñar una nueva manera de ejercer la profesión, más conectada con las futuras necesidades de nuestros clientes.
Ser contador en el siglo XXI no es solo saber de números, sino saber que podemos escribir nuestro propio código.
¿Qué opinan? ¿Estamos funcionando con un código viejo que ya no nos representa?
Como Roz, tal vez el próximo paso no sea hacer más… sino ser de otra manera.
Habrá que reinventarse, más por los avances que vemos diariamente de la IA. Lo que tenemos a favor, es la gente que no quiere involucrarse con papeles o trámites, entonces prefiere contratarnos para que nos ocupemos de ello. Esto suele convertirnos no solo en su contador sino también en administrativo. Veremos cómo crear nuestro nuevo código con las herramientas que tenemos. Excelente Carla y muy linda película!
Excelente nota!!!!!!!!aplausos!!!!!!!!!!! y excelente peli recomendable
excelente, estoy de acuerdo, hace rato q no somos un librito
Muy buena nota. Ayuda a estar atentos para analizar las posibilidades de cambiar procedimientos de trabajo, adoptando nuevas herramientas.