Ser cuidadosos con el dinero es una virtud, pero cuando se es extremadamente cuidadoso con el dinero es probable que sea contador.
Leí alguna vez que somos lo que hacemos y no hay dudas que nuestra profesión nos forma en un montón de aspectos que van más allá del ejercicio profesional y se filtran en nuestro día a día y en las actitudes y decisiones que tomamos.
Antes de seguir, quiero aclarar que yo me considero bastante austera (léase rata) y no me da ninguna vergüenza serlo, más bien todo lo contrario suelo tratar de convertir a amigos y parientes en adeptos a esta filosofía de vida.
Hace algunas semanas atrás conocí a un hombre mayor y su esposa que estaban disfrutando de sus vacaciones al igual que yo y nos pusimos a charlar sobre el tema (ellos estaban viajando en un crucero y yo con mochila) y a los 10 minutos de estar charlando el señor me pregunto si yo era contadora… ¡se imaginan mi sorpresa!
Pero la verdad es que se nos nota (no puedo generalizar, solo hablo por mí, por mis amigos y por los conocidos que tengo en esta profesión…) yo estuve 15 años para actualizar un sistema que usaba constantemente porque todavía funcionaba bien, aunque perdía tiempo todos los meses “ajustando detalles” que una simple actualización hubiese solucionado.
A veces ponemos demasiado el ojo en el costo/beneficio al tomar ciertas decisiones, pero olvidamos poner del lado del beneficio cosas no materiales como el tiempo libre (de nuevo esto es autobiográfico).
El miércoles pasado en una reunión el tema volvió a salir en la conversación cuando una colega que hizo un cambio de rumbo en su profesión comenzó a recordar algunas viejas prácticas que realizaba en el estudio en el que ella había trabajado y me di cuenta que todos tenemos nuestros pequeños hábitos de ahorro en el estudio.
Los invito a tomarse 5 minutos este domingo y compartir alguna de estas costumbres con nosotros. Empiezo yo “No tiro las hojas que salen mal impresas, las guardo para reutilizarlas imprimiendo del otro lado” #contadoresausteros