Podría decirse que realmente nada cambia entre el 31 de diciembre y el 1 de enero, es solo un día más (o un día menos si somos pesimistas) sin embargo esa sensación de que algo se termina, de que podemos dejar cosas atrás y empezar de nuevo pasa por todos nosotros.
Es casi inevitable (sobre todo para nosotros) hacer un balance del año, yo miro el camino recorrido con todos sus altibajos y me siento agradecida de todo lo vivido, de todo lo aprendido y de todo lo superado (lo bueno y lo malo).
También me siento agotada, fue un año intenso y que no nos dió respiro y seguramente el 2020 sea igual de tumultuoso, espero que este año aprendamos a elegir que batallas pelear, no todo vale la pena, no todo es urgente.