La multinacional que está a dos cuadras de mi casa tiene un guardia de seguridad cuyo trabajo es meter dentro de una bolsa sellada las carteras o mochilas de las personas que ingresan al local. Podría simplemente limitarse a entregar la bolsa y quedarse parado en la entrada.
Pero este guardia de un supermercado te recibe con una sonrisa y te da la bienvenida al ingresar haciéndote sentir importante. Se lo ve ir y venir respondiendo consultas de todo tipo incluso aquellas ajenas a su función, siempre predispuesto a ayudar.
No creo que este sea el trabajo de sus sueños sin embargo son tantas las ganas con las que lo hace que es imposible no notarlo. Estoy segura que nadie le dijo que eso era parte de su trabajo, él simplemente pone lo mejor de sí mismo cada día, decidió no limitarse a las funciones básicas de su trabajo ni a lo que se espera de un guardia de seguridad.
En nuestra profesión hay clientes de todos los tamaños, algunos gigantes con facturaciones millonarias y otros muy pequeños, pero creo que eso no debería definir la calidad del servicio que prestamos y sobre todo no debería limitarnos en nuestras tareas.
Pensar que mas tengo para ofrecerle a mis clientes, sin importar su tamaño, produce un cambio positivo, no solo sobre la relación con mi cliente o mis honorarios, impacta por sobre todas las cosas en la forma en que mi trabajo me hace sentir como profesional.