Seguramente se han preguntado alguna vez que es lo más valioso que poseen como profesionales y quizás hayan enumerado mentalmente una serie de activos que consideran importantes.
Sin lugar a dudas, hasta hace un par de semanas hubiese respondido que mi activo más importante es quizás mi experiencia, un activo que todos tenemos y nos ayuda a ser cada vez mejores profesionales y que además nos da la posibilidad de compartirlo con otros colegas haciendo que ese activo crezca en forma exponencial.
Por supuesto, eso exige muchas horas de trabajo, lectura y análisis de consultas con otros colegas, etc. Actividades que ocupan largas jornadas de trabajo y que exceden a veces el 50% de nuestro día a día.
Y mientras nos enfocamos en crecer y mejorar profesionalmente y destinamos gran parte de nuestros recursos a la actividad profesional poco hacemos por cuidar nuestro activo más importante nuestra salud física y mental.
No hay dudas que la profesión de contador público acarrea grandes niveles de estrés y muchas horas sentados con exposición a la pantalla de una computadora. Y esto genera a la larga una carga laboral inmensa que daña de forma lenta y progresiva muestra salud física y mental (síndrome de Burnout, depresión, irritabilidad en los ojos, y disminución en la visión, dolores en las articulaciones, problemas de insomnio, alteraciones gastrointestinales o de la presión arterial entre otras y deterioro en la columna por malas posiciones).
Claudio Zuchovicki suele repetir una frase que justifica en parte el problema “No hay peor dolor que el soportable, porque es soportable y, entonces, lo soportas y no cambias”
Soportamos un estrés constante, hasta que se hace crónico o quedamos quemados; descuidamos nuestro cuerpo y los dolores de alerta que aparecen los tapamos con algún analgésico y lo hacemos porque son justamente dolores tolerables. Hasta que dejan de serlo, hasta que nuestro cuerpo o nuestra mente dicen basta. Y por supuesto todo esto repercute también en nuestra vida familiar y social.
Nuestro activo más importante somos nosotros mismos y deberíamos estar arriba en la lista de prioridades, antes que los vencimientos y las llamadas de urgencia de un cliente. Quizás es momento de cambiar algunos malos hábitos ahora que todavía estamos a tiempo.