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¿Cómo pararnos ante la falta recurrente de pago de honorarios? Por Gabriel Nicosia

Muchas veces se nos dificulta el cobro de honorarios, algunos factores que desencadenan esta situación pueden ser, nuestra personalidad, nuestra formación, con esto quiero decir que sabemos hacer declaraciones juradas, liquidar impuestos, pero no fuimos preparados para cobrar y en algunos casos para “vendernos”, el temor a perder el cliente, la situación particular por la que puede estar atravesando el mismo, el contexto y así podemos armar una larga lista.

Pero nada es al azar probablemente muchas veces las situaciones las provocamos nosotros sin siquiera darnos cuenta que hacen que nuestra relación con el deudor se vaya desgastando.

Por mi parte me gusta hacer siempre autocrítica y tratar de tener bien claro cuál es el problema para encontrarle la mejor solución posible, pero no siempre es tan fácil.

Si el conflicto viene de nuestra parte, nos cuesta reconocer errores y lo único que logramos es prolongarlo, se genera angustia y no le damos espacio suficiente a nuestra mente para que genere cosas más beneficiosas.

En estas líneas no vamos a hablar sobre la fijación de honorarios y como ya me pasó en otras oportunidades, seguramente no nos pondríamos de acuerdo ya que es un tema ríspido y abundan las opiniones, pero hay mucha tela para cortar y deberíamos poder darle una solución más concreta. De la misma forma, estoy pensando en el pequeño estudio profesional y en el contador con poca estructura, que son la gran mayoría de los matriculados. Si hiciéramos una rápida encuesta veríamos que muchos profesionales, no saben que importe cobrar, si estamos dentro de los valores de mercado, que “Fulanito” cobra mucho más que yo pero mis clientes no pagarían esos importes, la propuesta de honorarios mínimos de los Consejos a veces no ayudan mucho, que tenemos varios conocidos que cobran menos que nosotros etc, etc, etc, pero suponiendo que ya superamos esa etapa, hablemos un poco sobre el cobro de los mismos.

Según la RAE honorario, proviene del latín honorarius:

1) adj. Que sirve para honrar a alguien

2) m. plu. Importe de los servicios de algunas profesiones liberales.

La palabra honorario tiene su origen en el vocablo latín “honorarius”, término que puede ser traducido como “que sirve para honrar”. Está compuesto lexicalmente por “honor”, raíz que hace referencia al respeto o fama de un ente cualquiera, además del sufijo “-ario”, que determina pertenencia a algo.

En función a ese último párrafo, con el honorario va en juego “nuestro honor” de acuerdo a la pertenencia que se genera por la realización del trabajo.  En estos días donde nos quejamos que la profesión ha sido desvalorizada, ¿cómo no hacernos respetar y dejar de pasar en alto el cobro de los mismos a su debido tiempo?

Como dijimos antes, esto no pretende ser una guía de cómo cobrar nuestros honorarios pero si algunos cometarios para tener en cuenta, como le gusta a Contadores en Red, de vivencias de la actividad.

¿Cómo podemos pararnos ante la falta recurrente de pago de honorarios?

En el otro extremo muchos nos ven en la lista de proveedores y que somos un costo fijo más.  Eso podemos revertirlo y hacer pesar ese tan famoso “Valor Agregado” del que tanto hablamos, quizás logren entenderlo.

Realizamos en nuestra actividad ciertas cosas que son intangibles y dificultan un poco que el cliente tome conciencia del valor que realmente abona. Lo puede medir por medio de una declaración jurada, una certificación de servicios, “los papeles como muchos dicen en su jerga”, pero hay muchos no tangibles, que si no los hacemos notar muchas veces se pierden.

Un cobrador de la fábrica donde trabajé algunos años me enseñó, que los deudores morosos, tienen vicios, usos y costumbres, propios del ámbito donde desarrollan su actividad y la morosidad es parte de su vida cotidiana. Cualquier error o circunstancia sirve para dilatar el pago. Por ejemplo, no les llegó la factura, el pedido que te hice hace unos días se demoró un poco en la entrega, te avise que estaba preparado el pago pero como no viniste se lo abone a otro “literal”, cocodrilo que se duerme en ese caso fue cartera.

Nosotros, no tenemos tiempo de sobra como para llamarlo varias veces, es cansador y desgastante.  Luego paga, cubrimos el bache y seguimos, pero en realidad no es una situación que podemos sobrellevar con el correr del tiempo y va a derivar en un desgaste consciente e inconsciente con esa persona.

Los clientes están en su mundo, la administración de su negocio, el pago de proveedores, maximizar sus rentabilidades, y en definitiva en cuanto dinero pueden retirar y llevar a sus casas. Si nosotros no reclamamos es raro que por sí solos paguen cuando corresponde

Por lo tanto, frenemos un poco la marcha y pensemos:

1) ¿Nos tomamos un tiempo para reclamar “de buena manera” honorarios a los clientes más demorados?  Valga la aclaración de buena manera porque cuanto más efusivos nos ponemos más al choque vamos y no nos va a traer el resultado buscado.

2) Nos vemos afectados en cada reclamo, léase cansancio, mal humor angustia. ¿Prefiero que pague tarde pero no perderlo? Y si, muchas veces cansa, pero a conciencia analicemos si realmente nos conviene tener un cliente así.

3) ¿Pongo los límites cuando se deben?  Mira Fulanito así como vos tenes tus ventas, yo también tengo compromisos que honrar y requiero de mis honorarios para poder cubrir mis costos. No hay misterio alguno….

4) Cuando más se demore el reclamo, más difícil va a ser cobrar. El que no llora no mama y además es preferible que vaya pagando de a poco y que no se genere esa bola de nieve que cada vez cuesta más cobrar.

5) ¿Estamos organizados administrativamente para saber quién debe, que importe debe, desde que fecha debe? ¿Es la primera vez que se atrasa?  ¿Es sistemático su atraso? Analicemos cada caso en particular y busquemos la solución óptima.

Una buena medida también podría ser que alguien del estudio vaya reclamando los pagos y siguiendo la cartera de clientes. Ya en un segundo paso y a modo de mayor autoridad podría llamar el titular del estudio como demostrando un cambio de etapa más severa. Esto puede servir como “filtro” para no ir desgastando la relación.

6) ¿Nos aseguramos que les llegó la factura? Pidamos confirmación.

7) ¿Tenemos bien determinadas las fechas de vencimiento?  (del 1 al 10 de cada mes por ejemplo) ¿Lo hablamos con el cliente oportunamente? ¿Tiene bien claro que está pagando?

Gabriel Nicosia

Contador Público UBA

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