Por Marcelo Patania
Siempre, para los últimos días del año, uno hace un balance de cómo fue el suyo y todos dejan cosas positivas y negativas. Para algunos son más las positivas y para otros es al revés.
La profesión no escapa a eso y cuando miramos para atrás nos encontramos con un montón de situaciones que muchas veces quisiéramos no vivirlas y otras, que se repitan más seguido.
Todos los años pasamos por: “debería cobrar mejor mis honorarios”, “para qué tomé ese cliente?”, “no llego con los vencimientos”, “me paga cuando quiere”, “estoy saturado”, “me cuesta administrar mi estudio”, “no tengo tiempo para capacitarme”, “no anda la página”, “tengo que hacer de psicólogo”, ”todos los días algo nuevo y a último momento”, y muchas otras cosas estresantes que vivimos.
También tenemos los: “este cliente es el mejor del mundo”, “soy mi propio jefe”, “estoy trabajando bien”, “la gente que me acompaña tiene la camiseta puesta”, “le agarré la mano a esto y ahora me sale siempre bien”, “logré cobrar lo que yo quería”, “me pude ir de vacaciones sin llevar la PC” y así, un montón de situaciones más que hacen que al final del día sigamos eligiendo este camino.
Junto con el balance vienen los proyectos para el año entrante, la mayoría de ellos son una mejoría de lo que hicimos mal o lo que creemos que hicimos mal; una mejoría de lo que hicimos bien y nos gusta, para enfocarnos en eso; y en muchos otros casos, tienen que ver con no hacer más eso que nos cuesta o que nos saca canas verdes. Siempre poniendo en la balanza el tema económico porque esto NO es una Institución Civil Sin Fines de Lucro, claro está.
Ojalá que el balance les haya tirado un resultado positivo, ojalá que en este año puedan hacer todos esos cambios y esas mejoras que tienen en la cabeza, ojalá que puedan empezar a DISFRUTAR de la profesión.-