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Debemos repensar el uso del monotributo. Por Wirz Otto Especialista en Derecho Tributario

DEBEMOS REPENSAR EL USO DEL  MONOTRIBUTO

 

Contador Wirz Otto
Especialista en Derecho Tributario


 

Repensar el monotributo debería ser tarea no solo de AFIP. El mismo se encuentra ligado a una estructura impositiva que además implica el funcionamiento de las obras sociales y el sistema previsional;  incluyendo en el mismo también beneficios como las “asignaciones familiares”.

Se entiende que la ANSES dentro de un deficitario sistema previsional, debería intentar hacerse de un “nuevo flujo de fondos” y que con el mismo pueda generar ingresos adicionales que permitan capitalizar los aportes que se realizan hoy  para así ir saneando o mejorando sus beneficios, los cuales son sustancialmente bajos si los comparamos con alguna variable de la canasta básica, de ingresos e incluso contra el mismo beneficio jubilatorio en otro país

Ahora, ¿Cómo los genera?

En estos días que tanto se discutió al “monotributo”  en su obligatoriedad y período  de  recategorización, sus escalas, la inconsistente y abusiva utilización  por parte del Estado en total contradicción al derecho laboral, y desde lo estrictamente tributario-recaudatorio un “enanismo fiscal creciente”;  quizás sea el momento en que el legislador se siente a analizarlo y le encuentre una nueva variante. Espero esta idea en materia previsional les resulte útil a quien decida plantearlo.

¿NUEVA MORATORIA O NUEVO MONOTRIBUTO?

En medio de una pandemia que sigue generando incertidumbre y costos difícilmente soportables por los contribuyentes, ANSES deslizó hace un tiempo la posibilidad de una “nueva moratoria previsional”.

No ha dicho nada más desde entonces y en ese marco la ley de “actualización de las jubilaciones” desató un enorme debate del cual nadie puede garantizar la solución al deficitario sistema previsional, y mucho menos  una mejora en los haberes a futuro.

La rigidez del aporte al sistema previsional guarda estrecha relación con el sistema tributario, empezar a pensar en un aporte que  pueda realizarse voluntariamente y que sea “lógico” en el valor y en el tiempo, puede ser de gran utilidad para todos.

Los impuestos en sus vaivenes de ciclos recaudatorios adversos generan crisis en el sistema previsional, pero dentro de esas crisis existen personas que por fuera del sistema impositivo  querrían aportar a su jubilación en esa difícil situación que les toca transitar.

Justamente  son las crisis económicas las que dejan fuera del mercado laboral a determinada cantidad de aportantes. Muchos de éstos priorizan la intención  de realizar un aporte jubilatorio solamente esperanzados en completar los años necesarios para acceder al beneficio jubilatorio pudiendo  dejar de lado el pago del componente impositivo y el pago a las obras sociales, lo que solo les representa un obstáculo económico (obras sociales merecen una nota en particular debido al incumplimiento que tienen con la mayoría de los monotributistas)

En este desbalance que se genera, debería existir la posibilidad de “pago” a un aporte “previsional simplificado” (en algún momento el régimen de servicio doméstico funcionó así y muy bien para completar años faltantes).

Resulta entonces relevante analizar la creación de un “MONOTRIBUTO PREVISIONAL JUBILATORIO JUBILATORIO”, una derivación del actual, con las adecuaciones legales y técnicas que lo permitan, en donde cada particular pueda sentirse libre de poder pagar aunque sea un mes cuando tuviere disposición económica, e incluso de un mayor valor a efectos de obtener un mayor haber.

Se debería analizar diversas situaciones, señalo solo algunas:

Una característica recurrente en las personas mayores que pretenden obtener un beneficio previsional y por el cual acuden a profesionales es la complejidad reinante; ya sea para realizar pagos, ver inscripciones antiguas en AFIP, volantes de pagos que no aparecen en el sistema, generación de veps y demás incoherencias para un sector que no tuvo acceso a la tecnología que hoy se necesita y que por sobre todo no se pudo adaptar a la misma.

La implementación de un “MONOTRIBUTO PREVISIONAL JUBILATORIO”, con un aporte al SIPA en la máxima  categoría “K” (el legislador debería  proponer la categoría y valor que crea más conveniente, en decisión consensuada con ANSES) sería hoy de $ 1933.61, por lejos más coherente que el valor que se realiza por las moratorias previsionales y a las cuales cada vez menos personas pueden acceder.

La recaudación del mismo implicaría fondos adicionales para el Estado hasta que la persona reúna los años necesarios para acceder al beneficio y pueda solicitarlo.

Recordando que las moratorias previsionales tienen “topes” en los años 1993 y 2003; a partir de ahí nadie puede aportar  si no tuvo inscripción en AFIP, y si la tuvo, puede hacerlo por la deuda correspondiente más intereses, la que es por demás onerosa.

La dicotomía que surge entonces: “nuevo MONOTRIBUTO PREVISIONAL JUBILATORIO o nueva moratoria previsional”, debe ser abordada por el legislador conjuntamente con la mayor exposición de datos que produzcan ANSES, AFIP y provincias con cajas no transferidas. Solo de la evaluación total de datos puede pensarse en mejorar en algo el sistema y no volver a generar un parche con otra moratoria; la que a la larga y bajo las condiciones de las anteriores serán motivo de nuevas desigualdades.

La previsibilidad que otorgaría la creación de un “monotributo” solo a los fines previsionales,  iría subsanando los problemas que  a posteriori esta crisis nos dejará.

Muchas personas han perdido su empleo aún con las restricciones por “doble indemnización”, pero incluso aún los que lo mantienen y  que sus empleadores ingresaron en planes de pago, podrían el día de mañana no contar con los años de aportes que se cree tener si estos no pueden pagar (historia repetida en nuestro país)

Permitiría además establecer valores de “haberes diferenciados”- en base al valor del aporte cobrar más que la mínima- esto obliga a corregir el régimen de autónomos y la depuración de beneficios previsionales que se superponen hoy sin mucho sentido.

El mejor caso es la PUAM (80% de una jubilación mínima) que permite su adhesión a personas de más de 65 años que no pueden acceder al beneficio jubilatorio o que esperan poder acceder al mismo por el exceso de edad y no por completar los aportes faltantes.

En esta situación, a modo de ejemplo si a una persona le faltase tres años de aportes, podría pagar el “MONOTRIBUTO PREVISIONAL JUBILATORIO” (36 meses por $1933.61)= 69609.96$. Este pago le aseguraría al beneficiario  la jubilación, y al Estado el ingreso de ese monto por 36 meses sin erogar concepto alguno, sin tocar las moratorias vigentes y que de invertirlo correctamente  le asegura al menos el pago de tres meses de una jubilación mínima.

Por supuesto que todo esto debe ser pulido, perfeccionado, armonizado y atender particularidades de cada beneficio previsional, no permitiendo la adhesión de quienes revistan la calidad de sujetos impositivos activos, a efectos de no desfinanciar al sistema por un lado, intentando capitalizarlo por otro. Deben coexistir y convivir.

Es para analizar  que en el contexto actual donde el Estado hace un esfuerzo por sostener empleo y destina fondos para el pago de salarios, dicha ayuda es en realidad un financiamiento al pago de contribuciones y aportes, porque dada la fungibilidad del dinero, podemos afirmar que parte de esa ayuda fue para esa finalidad; con lo cual hoy el Estado sin darse cuenta  o quizás sí, está pagando el aporte jubilatorio indirectamente, o está permitiendo que en este lapso de tiempo de la pandemia se computen pagos sin que en realidad los haya realizado el empleador. Idéntica situación se tendría con los “préstamos a tasa cero” si el día de mañana el deudor no realiza los pagos de las cuotas y en las mismas se incluyó tres meses del pago del monotributo.

Esta idea de la creación de un “MONOTRIBUTO PREVISIONAL JUBILATORIO” no es una solución al sistema, máxime pensando en los valores que hoy se pagan como componente al SIPA y el haber mínimo que se recibe; ni hablar de un autónomo, pero sí puede ser un punto de partida para buscar similar funcionamiento y simplicidad a futuro en otras herramientas.

Al menos este planteo  sería la única opción que NO implica más impuestos y es a voluntad de quienes quieran usufructuarlo. No tiene un costo para el Estado, una moratoria sí.

Deberíamos  pensar hoy para nuestro sistema previsional, en palabras  como: “flexibilizar, readecuar, generar,  flujo de fondos, reinversión”, y separarnos al menos momentáneamente durante esta crisis de la rigidez de la “imposición” derivada de los impuestos.

De no ser así, es muy probable que en poco tiempo estemos viendo nuevamente la presentación de un proyecto de ley de “moratoria previsional” cuya justificación política y económica tenga su fundamento en tratar de incluir a la mayor  “cantidad de personas que post-pandemia no pudieron realizar sus aportes por la crisis derivada de la misma y por la rigidez de un sistema que no contempló la posibilidad de pagos bajo otro modelo”.

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